La iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción es de una sola nave con capillas hornacinas entre contrafuertes, separadas por pilares semicirculares.
Velilla, la antigua Viliella y que por derivación dio lugar al actual nombre, se sitúa a caballo entre dos de los paisajes más característicos de la provincia de Valladolid, como son los páramos de Torozos y la Vega que forma el río Duero. Situada a 26 kilómetros de la capital, se llega desde la localidad de Tordesillas, gracias a una de las rampas que dan origen al páramo. Por lo tanto, y como es obvio, las vistas panorámicas que se nos van a mostrar, son magníficas, ya que prácticamente todo el sur de la provincia se puede observar, sin dejar de lado Tordesillas y la Ribera del Duero que tenemos casi a nuestros pies.
Cuando uno se acerca, lo primero que aparece , es con la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, realizada en el siglo XVI y en el que sobresalen tanto su torre como el magnífico pórtico de cinco arcos de medio punto que da acceso al interior de la misma, en donde se guarda una Cruz parroquial de plata del primera mitad del siglo XVI. Además se pueden contemplar tanto la bonita bóveda de cañón con lunetos que cubre la nave, como las diversas capillas que se encuentran entre los distintos contrafuertes que soportan la citada bóveda.
También en el pueblo, pero en la carretera que se encarama a la cima del páramo, podemos encontrarnos con dos coquetas ermitas una de piedra y otra de adobe, de talla prácticamente cuadrada y que están dedicadas al Cristo la primera, y a San Blas la segunda.
Precisamente, es a este segundo santo, a quien cada 3 de febrero le dedican una de sus fiestas, donde las verbenas, los bailes regionales o un refresco ofrecido por el ayuntamiento, son sus actos principales. La otra fiesta, de carácter más íntimo, es la de San Isidro en la que son los agricultores, los que cada año se preocupan de organizarla.
Por último, hay que reseñar, que también durante su fiesta más popular, los habitantes de Velilla degustar su postre más afamado como son los riquísimos bollos de hoja de San Blas.